Todo pasó muy rápido. Este techo de mierda. No me puedo apoyar en ningún lado. Las hojas que se acumularon y que no saqué se me cagan de risa. Boluda, tenés un rifle y capaz que te mata la vagancia doméstica. “Muerte por resbalo” va a decir el informe.
El tema es que ahora estoy acá. Y sí, otra no me quedaba. Era lo lógico, cargar un arma y subirme al único lugar del cual no puedo salir. Pero qué iba a hacer. Un puto apocalipsis zombie, y no pude ni hacer una story para la posteridad.
Escuché corridas. Fueron fuertes, porque el noticiero de la vieja de al lado estaba fuerte. Repetía en loop el mismo titular. Alerta a la población: permanezcan en sus casas. Ni pelota la verdad. Después de 120 días la percepción del riesgo cayó en picada. Y si es el mismo mensaje, y no usan la palabra apocalipsis yo no interrumpo el sueño. Pero después escuchamos autos, bocinas. Hubo un choque en la esquina. Un tipo gritó. Y un nene gritó más fuerte. Y Gaby prendió la tele. Y el celular explotó de mensajes. Entraban tan rápido que no llegaba a abrirlos. Y después se fue la luz. Manoteamos una manta, una linterna, a Chela y el remington. Menos mal que sé tirar. Los dividendos del origen rural. Y ahora estamos acá. Con vista panorámica del fin. Arriba de mi casa con un rifle.

App dijo que tengo 90% de sajona. Cejas dicen lo contrario. Taurina en estado sólido. Iterando desde hace 34 años. Birra no implica endorsement.
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