Ring 

28 agosto, 2020

Escapo cada vez que escucho el llamado

hasta que me sacan del aula de a cuatro.

De todos los guantes, elijo los rosas,

suena el timbre y me arrojan al ring.

‎ ‏‏‎

Me pegan de a varios en la puerta de la parroquia,

la madera siente las piñas y sólo cruje.

Me desnudan una y otra vez,

me atan con sogas al revés. 

‎ ‏‏‎

Uno me agarra de la nuca y susurra:

“a los putos como vos hay que matarlos”,

ellos se regocijan con la multitud que observa

y con cada golpe exorcizan sus preguntas.

‎ ‏‏‎

No tengo a nadie en mi esquina,

contra la lona acabo estampado.

Los grandes se hacen los que no ven,

así fue siempre y así tiene que ser.

‎ ‏‏‎

Día tras día el partido termina con mi derrota.

Después de un tiempo me dejo de defender,

nadie hace nada, será que merezco todo,

me dejo caer. Quiero ser invisible,

pero soy el rojo y ellos los toros. 

‎ ‏‏‎

Knockout y suena el timbre de nuevo,

afuera están mamá y papá

de espaldas al cuadrilátero.

La vergüenza es tanta que

no me permito acotar nada.

En silencio volvemos a casa. 

‎ ‏‏‎

A los doce años construyo mi primera máscara,

entre vendas, arcilla y pesadillas. 

Es opaca.

Ya nadie puede ver mis colores. 

2 Comentarios

  1. Sofía

    Feroz y sublime a la vez. Qué grande!

    Responder

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: