Glufosinato y birra caliente

30 octubre, 2020

  1. Tributo

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Estamos en un bar. Recordamos cuando lo que imperaba era el fascismo, cuando la cosa era matar gente, tomar el poder y hacer pintura abstracta en esos momentos. La utopía era  el gas fosgeno, matarlos a todos en suma. La decadencia de los valores burgueses llevó a eso.

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Erdosain es ahora un simple cadáver modificado. Vejado, amputado. Estoy con el bolso y sus partes, su reliquia de delirio. También con el celular y un bolso lleno de dólares. Literal, rescatamos una cueva. Qué acto de amor, ¿no? Protegernos de la salvajada de la tragedia argentina. ¿Qué signo del cielo terminará de hundir Buenos Aires en una fosa séptica?

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El astrólogo habla del dólar MEP, de secuestrar Tinchos y vender su sangre al Pastor Gimenez. Todos nos angustiamos por lo caras que están las medialunas de manteca. Por suerte tenemos un cadáver de personaje literario, un astrólogo, un bolso lleno de dólares. Además, por si fuera poco, tenemos en un lugar no muy grande todo el café instantáneo que se pueda necesitar. Cada bien de primera necesidad va a ser nuestro poder, nuestro supermercado supremo. Salvo por la falopa, que es demasiado pesada, y Estados Unidos la maneja. Lo nuestro serán los artículos de primera necesidad.

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El astrólogo tiene un muñeco de Kicillof al que le apaga cigarrillos. Le dice “zurdo marxista infiltrado en el movimiento”. De fondo los cómplices de TN hablan de un campo tomado en medio de Entre Ríos. Nada importa.

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Vamos a lanzar una página de instagram de cartas astrales, segmentadas a un público de altos ingresos. Ese va a ser el norte de una campaña de secuestros. Nuestra base va a ser la corrupta Tucumán, porque ahí se pueden violar los derechos humanos con confianza. Por eso todo es venturoso.

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¿Ustedes nos miran? Piensan que somos un conjunto de gente que está loca. Sabemos que no lo estamos, y sabemos que estamos más allá de la agenda mediática.

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El astrólogo mira con el barbijo mal puesto y señala, a lo lejos, lo que es la Casa Rosada. Comunistas, asquerosos comunistas. Sabemos que la libertad es algo preciado. Siempre fue el objetivo de antaño aplastar al hombre por sus pecados, pero ahora el hombre se deja aplastar.

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Este ocaso de Occidente necesita respuestas. Tendríamos que ir a Bolivia, o a cualquier parte. Nada de sabe, y la incertidumbre nos obliga a pedir medialunas. ¿Acaso las personas que no tienen medialunas serán las que se alcen en revuelta? ¿Vale la pena vivir sin ellas?

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  1. Decadencia moral

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Prendimos fuego dólares. El último círculo de influencers convenció a un grupo de pequeño-burgueses a hacer estupideces. Cuando el comisario me pidió muchachos para educarlos, elegí carniceros que se quedaron sin trabajo. La verdad que lo único que podrían ellos hasta este momento hacer era juntarse en el fondo de una casa y ver la champions. 

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Había una pelopincho y una bolsa de rolitos hecha agua. Todos se mojaban con la manguera. Parecía que en el fondo había un cadáver en avanzado estado de descomposición que era humano, un perro le tiraba de la pierna. A estos muchachos los conocimos cuando repartimos la caja navideña, nos ayudaron en un viaje previo a la costa. Un pésimo cantante indie necesitaba seguridad, mordimos todos.

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Buenos momentos de estar tan duros que a la quincena la pasamos despiertos. Me dió mucha risa la muerte de un Jorge Neuss cualquiera incendiado a lo bonzo en una carpa. La mujer muy pilla aprendió, y lo mató así. En el fondo, y mientras esto ocurría, se vaciaban un par de casas incluida la del finado. Gritos, violencia, móviles de TV.

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También hubo un laburo bastante poco afectuoso. Se murieron un par de personas vaya uno a saber de qué, cada virus es peor que el anterior. Los llevábamos con gomones un par de decenas de metros de costa, con pies de cemento al fondo, pero ellos y yo estábamos secos de nuevo. Hambre, de ese hambre que te pone violento. Ni a los viejos que quedaban se los podía vender. Ya no teníamos más que sacar de los cementerios privados. La economía se paraba, los chinos quebraban, y el vino barato, no la mierda del Uvita, empezaba a desaparecer.

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Ellos se miraron de nuevo y casi me matan. Llegué con varios packs de birras, esa guita bajaba de Nación, había que hacer algo con ella antes de que se esfumara. Encima tenía bastante marihuana. Cazar a estos locos, estos mercenarios asquerosos, era parte de defender al país.

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Me estaba llegando el mensaje del concejal astrólogo, y el tipo decía que a las las listas había que hacerlas con gente de Aries, Capricornio y hasta un trans, así que era cuestión de limpiar el municipio de lo peor de lo peor. Hippies roñosos, ya se fueron a Cuba y a Miami, pero acá vienen a joder. Todo por unos chanchitos o vender toallitas femeninas, o especular con el dólar.

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Nuestros queridos capitalinos en su realidad virtual. Los enchufados no ven el infierno que es esto. Supongo que esperan ser criogenizados hasta que Punta del Este y Maldonado empiecen a limitar con 202 y Panamericana. Eso nunca va a pasar, seremos y somos una pampa complicada. La migraña apenas me permite pensar. Pero sabemos que cuando el malcriado no consume, sueña con cambiar el mundo y rompe las pelotas.

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Por eso damos una muestra de poder. Prendimos “fuego” dólares, incluso prendimos fuego algunas casas. El espectáculo era parte de amedrentar. Fumaba mientras un fasito, uno de mierda. Un asco. Si es un recuerdo, y todo esto explica por qué ellos y yo debemos salir de nuevo a poner orden.

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¿Influencers? Gente loca, gente loca y alquileres por cobrar. Rentistas. La gente ya no sabe qué hacer con la guita fácil, es una crisis. ¿Existe algo del pasado que nos pueda conmover? La vez que me pegaron tanto me borraron hasta la infancia, y me deformaron la cara. No quedé como el imbécil de “¡Vamos Ñuls!”.

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El astrólogo lo está pensando, vió la hiperinflación y hay que entrar a la casas. Hay que robar dólares y financiar la política. Mientras algunos sueñan con un mundo mejor, otros piensan cómo financiarlo.

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Recuerdo que también en plena costa, rajando, una vez tuvimos que improvisar una suerte de aborto en plena playa. Todo esto por el nefasto que había traído el hijo al mundo, y claro, quería matarlo como fuera. Grotesco todo. Un parador que fungió de lugar de aborto clandestino. El ginecólogo pensó que era buena idea. Pero nos cayeron de arriba, y la plata grande nunca llegó.

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Hay una suficiencia, una suerte de conciencia uvasal muy fugaz. Las vidas privadas se marchitan. Tenemos que hacer la revolución vía Twitch. En la medida que muera la clase media, por fin vamos a poder dar fin a las variedades. Las nostalgias, las vidas-cualquier cosa que no sea ser ansioso  mandibulear. Peor aún, el aburrimiento.

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Durante mucho tiempo el desprecio ante la indiferencia del otro tal vez fue nuestro norte, ¿qué les puedo decir? Ahora cuando convencí a los muchachos fuimos a romperle la cabeza a estos activistas.

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Yo simplemente pensé cómo mostrar mejor el evento, dar el efecto ejemplificador, que se viralice. Un par de monos afeitados en la radio van a hablar del fin de la república con estupor. Lo peor es que tienen razón, pero a la república hay que financiarla. ¿Las almas bellas no mueren siempre por la patria? El FMI en el suburbio es la guita que nos bajan los ministros, y nosotros vivimos cortos de guita.

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Cuando llegan los bobos a jodernos, ¿cómo no los vamos a moler a palos?

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